Vistas de página en total

domingo, 14 de octubre de 2007

RACA-RACA

A cabo de dar una vuelta por la Capital del Reino y he comprobado simplemente aplicando la oreja en bares, teatros y hoteles lo que ya me habían contado: el personal anda revuelto por allí. Mucho más revuelto que en otros lugares donde la actualidad política apenas si merece comentarios ocasionales en las conversaciones de barra y tertulias. En los círculos familiares no sé cómo será el ambiente, pero me temo que lo que ocurre en la calle traspasará las paredes de las casas y al revés. Parece, además, que este clima convulso puede estar en correlación con la marea de derechas que se vive en Madrid (una situación, por cierto, que guarda semejanzas con la de aquí): la ciudad y el gobierno autonómico se encuentran en manos de PP, la Cope tiene un porcentaje de audiencia superior a otros lugares de España y las grandes manifestaciones de la primavera de este año se celebraron allí. Todo ha contribuido, incluida Telemadrid que también practica la carcundia informativa. Particularmente, la matraca del ínclito Federico Jiménez, que ahora, al rebufo de la campaña incendiaria contra el Rey está tirando del hilo y se ha atrevido a pedir la abdicación del monarca y su sustitución por el Príncipe. No porque sea monárquico, que parece que tampoco, pero como a esta monarquía la ha prestigiado don Juan Carlos, eliminándolo desaparecería el principal bastión que la honra. Cargarse a un inexperto Felipe VI sería pan comido .

La ciudadanía se da cuenta de que no hay motivo para que en un país que jamás ha alcanzado los niveles de bienestar actuales estemos con cara de estreñidos y como de mala leche permanente. Sin ir más lejos y por buscar una reivindicación propia de sociedades de la abundancia, el domingo en la Explanada, se pedían seis meses de permiso -y me parece muy bien- para cumplir con la lactancia materna porque ya se tienen cuatro, y no hay más que salir a la calle y abrir los ojos para comprobar cómo vivimos, aunque, naturalmente, aún exista mucho margen de mejora. Esa misma ciudadanía se da cuenta de que porque unas docenas o centenares de jóvenes airados quemen retratos del Rey boca abajo, si no se les diera tanta cancha serían una insignificante anécdota, de que una asignatura que se llama Educación para la Ciudadanía no puede contener ideas socialmente perversas, y de hecho se puede comprobar que no las contiene con sólo ojear sus libros de texto, trabajo que no se han tomado la mayoría de los que han arremetido contra ella. Y también se da cuenta de que por más que protesten contra la promulgación de la Ley de Memoria Histórica con el pretexto de que remueve una situación dramática de la que más vale olvidarse de una vez, el próximo domingo se va a celebrar en la vaticana plaza de San Pedro, nada menos, la ceremonia de beatificación de 498 mártires españoles asesinados durante la República y la Guerra Civil y se pretende ampliar el proceso que puede llevar a los altares a otros dos mil más. El ínclito Juan Antonio Martínez Camino S.J., portavoz de la Conferencia Episcopal, el mismo que se ha descolgado diciendo que no hay que ayudar a las madres solteras -¿se puede ser menos cristiano -, ha manifestado que «la memoria de los mártires no es una memoria contra nadie». La otra sí, claro. ¿La masiva beatificación no trae a colación lo mismo que se dice va a recordar la ley que se debate en el Congreso Aunque para incongruente y rayana con el cinismo la actitud y las palabras de monseñor Cañizares que condena de boquilla los insultos y las opiniones de la Cope, pero, teniendo la sartén por el mango, no hace nada porque no se difundan.

Para redondear la supuesta catástrofe que nos acecha están el PP en activo más Aznar. Lo último es cacarear que «se ponen en cuestión la bandera, la nación y hasta la monarquía». Con ese «se» queda disimulado quién cuestiona, pero es lo de menos porque ya establecieron las técnicas fascistas de propaganda que mucha gente, atareada con su día a día, no se para a realizar un análisis más detenido mientras que aireando supuestos desastres siempre queda teñido el estado de opinión social de una imagen calamitosa que afecta al Gobierno de turno, pues lo que ocurre durante su mandato a él se le atribuye. Da lo mismo que se haya mostrado partidario -tanto como la oposición- de que la bandera ondee en todos los edificios públicos y que su ausencia en las fachadas de algunos venga de muy atrás y también ocurriera cuando gobernaba el PP; es insignificante que el Pesoe haya defendido la unidad nacional con palabras y hechos o que haya respaldado la labor y la figura de los Reyes. Es igual. Se trata de que no cese el raca-raca sobre los cataclismos que nos acechan.

Hasta marzo, por lo menos, vamos a seguir teniendo raciones colmadas de demagogia siguiendo el principio de «calumnia que algo queda». Habrá que tomarse la molestia de pasar por el filtro de la inteligencia de cada uno los mensajes que todos nos envíen. Y obrar -votar- en consecuencia.

Julio G. Pesquera es
ex catedrático de Lengua del IES Jorge Juan.

No hay comentarios: